Verano.
Seis letras, tres sílabas, un suspiro.
Noventa y tres días de atardeceres, sal y licor.
Dos mil doscientas veintitrés horas juntos. O sin ti.
Ciento treinta y tres mil novecientos veinte minutos despeinada, mojada y sudada.
Quizás de hacer el amor contigo.
No lo recuerdo bien, será culpa de la sal, del limón. Seguramente del licor.
Pero si me acuerdo de la sensación de la arena bajo mis pies.
De los rayos del sol calentándome la cara. De la sudadera que me dejaste aquella Noche de San Juan.
Recuerdo mis dedos tocar el mar, como tocar tu pelo enredado por la sal.
Recuerdo la calma al sumergirme bajo el agua.
De la marca de mi bañador, que aunque se vaya apagando, jamás desaparece totalmente.
Porque así son los veranos…
Ocho millones treinta y cinco mil doscientos segundos que por más que se acaben, nunca se van del todo.
Son seis letras llenas de posibilidades. Tres sílabas cargadas de emoción. Un suspiro que se hace interminable.
Un verano inolvidable.
Juntos.
O sin ti.

























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